SERIE ENVIADOS ESPECIALES

Las barreras técnicas y financieras son el mayor desafío a la hora de abordar el cambio climático en las ciudades, afirma Enviado Especial

Philip Yang advierte que el costo de la acción climática en las ciudades es alto, pero el precio de la inacción es aún mayor. Sostiene que la agenda urbana y la climática deben converger y propone tres medidas para hacer las áreas urbanas más resilientes

Lograr la convergencia de las agendas climática y urbana es uno de los objetivos del Enviado Especial en esta COP. Imagen: Personal
Lograr la convergencia de las agendas climática y urbana es uno de los objetivos del Enviado Especial en esta COP. Imagen: Personal

Por Bárbara Bezerra y Laura Marques/COP30

El alto costo de las medidas de adaptación climática en las ciudades y la falta de capacidad técnica a nivel municipal para implementarlas son problemas cruciales que deben abordarse en la COP30, según el Philip Yang, Enviado Especial para Soluciones Urbanas. El exdiplomático y fundador del Instituto de Urbanismo y Estudios para la Metrópolis (Instituto de Urbanismo e Estudos para a Metrópole/URBEM) reconoce que las inversiones en sistemas de drenaje, restauración de ríos y urbanización de asentamientos precarios son costosas. No obstante, advierte que el costo de la inacción es mucho mayor.

“Se materializa en las pérdidas económicas causadas por cada inundación, en las interrupciones de servicios y en los impactos del calor extremo en la salud pública. Cada evento extremo erosiona nuestra economía, más allá de las pérdidas humanas, que son incalculables”, afirmó.

Para desentrañar la red de problemas detrás de estos cuellos de botella, Yang propone tres caminos: establecer un acuerdo formal entre la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y ONU-Hábitat; crear una ventana de financiamiento subnacional respaldada por un fondo catalizador para la preparación de proyectos; y profundizar en la integración de la agenda urbana en las decisiones políticas de la COP.

Desafíos y soluciones

Según el Enviado Especial, la mayoría de los proyectos de adaptación climática no generan ingresos directos. Por tanto, su implementación corre a cargo de gobiernos que ya se enfrentan a restricciones fiscales, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. Este vacío, sostiene, podría abordarse mediante un fondo catalizador, un mecanismo de inversión diseñado para estimular sectores que se consideran demasiado arriesgados para los inversores convencionales.

“El cuello de botella se encuentra al principio del proceso: sin estudios, permisos e ingeniería, no hay toma de decisiones pública ni privada. El fondo subsana esta falla de mercado y de gobierno, estructura una cartera de proyectos financiables (bankable pipeline) y atrae a bancos de desarrollo y capital privado”, explicó.

Al mismo tiempo, muchos municipios aún carecen de la capacidad técnica necesaria para diseñar y gestionar proyectos complejos. Yang subraya la importancia de fortalecer la coordinación entre los gobiernos nacionales, estatales y locales. “Las regulaciones y los recursos federales deben organizar el 'cómo', los estados deben brindar apoyo técnico y cofinanciamiento, y los municipios deben ejecutar los proyectos sobre el terreno. Cuando este ciclo funciona con una retroalimentación, reforzando el conocimiento en todos los niveles, los resultados emergen y perduran”, señaló.

Uno de los objetivos del Enviado Especial en esta COP es integrar las agendas climática y urbana. Él cree que unir a la CMNUCC y a ONU-Hábitat es esencial para lograr esta meta. "Esto afianzaría la Nueva Agenda Urbana en el régimen climático, aumentaría la eficiencia de ambas organizaciones y abriría una puerta institucional para los estados y municipios en el proceso multilateral. De este modo, se establecería la conexión entre el clima y las ciudades a través de una gobernanza con reglas, mandatos y rendición de cuentas".

Buenas prácticas

En su intervención, Yang puso varios ejemplos que demuestran que en los municipios donde se planifica, se utilizan datos y se fortalece la gobernanza, la ciudad responde de manera más efectiva al calor, las inundaciones y la subida del nivel del mar.

“Curitiba utiliza humedales artificiales (parques) para absorber las aguas de las inundaciones. São Paulo combina embalses de retención con parques lineales a lo largo de microcuencas. Río de Janeiro cuenta con un sistema de alertas de lluvia en tiempo real. Medellín ha reducido las islas de calor con corredores verdes. Róterdam ha creado 'plazas de agua' que funcionan como cuencas de retención durante las lluvias torrenciales. Copenhague ha rediseñado sus calles para canalizar el agua de lluvia de forma segura. Esta es la conexión entre el clima y las ciudades que hace realidad los proyectos, es decir, esta es la implementación que queremos lograr”, explicó.

Expectativas

Yang espera que la COP30 sea un punto de inflexión que acelere y consolide los esfuerzos para construir resiliencia urbana que ya están en marcha. Imagina una colaboración más estrecha entre los gobiernos locales y la red de ONG que respaldan la acción climática local en las discusiones de la COP. Sugiere que este progreso podría lograrse incorporando de manera más profunda al sistema de la ONU a la circunscripción de Gobiernos Locales y Autoridades Municipales (LGMA) y a la Coalición para Alianzas Multinivel de Alta Ambición (CHAMP).

“Si se produce ese punto de inflexión, Belém no solo será recordada como la ‘COP de la Selva’, sino también como la ‘COP de las Ciudades’; ciudades con menos inundaciones, menos calor extremo, más empleos verdes y los cimientos de una nueva economía sostenible”, enfatizó.

Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.
Revisión por Enrique Villamil.