La protección de los océanos es esencial para enfrentar el cambio climático, alerta la cofundadora del Instituto Voz dos Oceanos
Heloisa Schurmann rememora cuatro décadas de expediciones a bordo de un velero sostenible y lleva a la COP30 el llamamiento global por la preservación marina

Por Heloisa Schurmann, cofundadora de Voz dos Oceanos
Listos para zarpar desde Santa Helena, una pequeña y aislada isla en medio del Atlántico, comienzo otro viaje—no entre las olas, sino entre los recuerdos que nos trajeron hasta aquí. Estamos a 3.000 kilómetros de Brasil, con la ruta trazada rumbo a Belém, en el estado de Pará. Allí concluiremos la primera vuelta al mundo de Voz dos Oceanos, celebrando con una serie de actividades en la Casa Voces del Océano durante la 30.ª Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Pero esta primera circunnavegación de nuestra iniciativa es, para mí, la cuarta vuelta al mundo. Es inevitable volver en el tiempo y recordar cómo empezó todo: el sueño de una familia que se atrevió a cambiar la seguridad de la tierra firme por la incertidumbre —y la libertad— del mar.
El 14 de abril de 1984, después de diez años de planificación, Vilfredo, nuestros hijos Pierre, David y Wilhelm, y yo partimos en busca de una nueva forma de vivir. En aquella época, los niños tenían apenas 15, 10 y 7 años. Durante diez años, el océano fue nuestro hogar, nuestra escuela, nuestro trabajo, nuestro ocio… nuestro mundo. Cuando regresamos a Brasil, éramos la primera familia brasileña en dar la vuelta al mundo a bordo de un velero.

Desde entonces, el mar se ha convertido en parte de quienes somos. Han sido décadas navegando, descubriendo culturas, pueblos y paisajes que moldearon nuestra manera de ver el planeta. A bordo, pude enseñar y aprender: primero con mis tres hijos mayores y, después, con la menor, Kat, que creció entre velas y mareas.
Los océanos siempre nos acogieron con su grandeza y generosidad. Pero, con el tiempo, esa belleza comenzó a compartir espacio con algo inquietante. A finales de los años noventa, durante nuestra segunda vuelta al mundo, al llegar a la deshabitada isla Henderson, en el Pacífico, fuimos sorprendidos por una escena que jamás olvidaríamos: una isla desierta, pero cubierta de residuos plásticos procedentes de todas partes del planeta.
A lo largo de los años siguientes, la invasión plástica creció ante nuestros ojos —envases, botellas, redes y microplásticos transformando los mares en verdaderos depósitos del descuido humano.
En 2016, durante nuestra tercera vuelta al mundo, el impacto se repitió —y se agravó— en West Fayu, otro rincón remoto del Pacífico. Plásticos de diferentes países e idiomas cubrían lo que debía ser una playa intacta.

En ese momento comprendimos que algo mucho mayor estaba ocurriendo. Los océanos pedían auxilio y era necesario actuar.
Así nació Voz dos Oceanos, un movimiento global que comenzó con una nueva expedición marítima, pero cuyo propósito va mucho más allá de la navegación. En agosto de 2021, zarpamos desde Santa Catarina a bordo del velero sostenible Kat, recorriendo toda la costa brasileña hasta Pará. En esta travesía, también navegamos por los ríos amazónicos, conectando mar y selva en un solo mensaje: todo está interconectado.
Después, continuamos por mares internacionales. Hasta aquí, en Santa Helena, ya hemos navegado por más de 140 destinos, en 13 países de América del Sur, Central y del Norte, además de Oceanía, Asia y África. En todos ellos, sin excepción, encontramos la misma marca de nuestra era —el plástico—, pero también encontramos esperanza: comunidades, científicos, jóvenes y organizaciones que se movilizan para revertir este escenario.
Los océanos son mucho más que un paisaje: son los verdaderos pulmones del planeta, responsables de más del 50 % del oxígeno que respiramos. También son reguladores del clima, y cuando enferman, el planeta entero enferma. Las inundaciones en el sur de Brasil, los incendios en el centro-oeste y los eventos extremos que se multiplican en el mundo son señales de un sistema que ha perdido el equilibrio.

Por eso, Voz dos Oceanos no es solo una expedición —es un llamado. Una invitación para que cada persona, institución y gobierno escuche lo que el mar tiene que decir. Llevamos a Belém —y a la COP30— no solo datos y testimonios preocupantes, sino también historias inspiradoras de quienes eligieron actuar.
Porque, así como un pequeño cambio de rumbo puede alterar el destino de todo un viaje, cada gesto, cada decisión, cada elección tiene el poder de transformar el futuro de nuestro Planeta Agua.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen exclusivamente a su autora.
Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.
Revisión: Enrique Villamil.
