BALANCE ÉTICO GLOBAL

El Balance Ético Global convoca al mundo a cumplir promesas y reconoce el liderazgo africano

En la Semana del Clima de África, en Adís Abeba, el Balance Ético Global expuso desigualdades: África emite menos del 4% del total mundial, pero 600 millones de personas viven sin acceso a la energía. Aun así, los países destinan el 2% de su PIB a la adaptación y exigen justicia climática rumbo a la COP30.

El Balance expone la injusticia climática: África sufre los efectos sin ser una gran emisora y exige el financiamiento prometido. Foto: Rafa Neddermeyer/COP30 Brasil/PR
El Balance expone la injusticia climática: África sufre los efectos sin ser una gran emisora y exige el financiamiento prometido. Foto: Rafa Neddermeyer/COP30 Brasil/PR

Por Leandro Molina / COP30 Brasil

Con un tono de urgencia, pero también de firme determinación, la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, Marina Silva, y la directora para África y Alianzas del World Resources Institute (WRI), Wanjira Mathai, inauguraron el cuarto Balance Ético Global (BEG), celebrado en la Semana del Clima de África, en Adís Abeba, Etiopía, con un mensaje de llamado a la acción. Ambas co-líderes del BEG reforzaron que el mundo debe cumplir sus compromisos financieros, y que África está preparada para liderar con soluciones propias en la lucha contra la crisis climática. “No se trata de pedir favores, sino de exigir justicia climática. Los recursos prometidos son esenciales para que los países en desarrollo, especialmente en África, puedan implementar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y hacerse resilientes”, afirmó Marina.

La respuesta a la emergencia climática exige más que ciencia y tecnología: requiere también una reflexión ética sobre las responsabilidades, la solidaridad y la justicia. Ese fue el principio que guió al Balance Ético Global en Etiopía. La iniciativa fue lanzada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el secretario general de la ONU, António Guterres, con el respaldo de la Presidencia de la COP30 y del gobierno brasileño.

Wanjira Mathai, ambientalista y activista keniana, hija de la primera mujer africana en ganar el Premio Nobel de la Paz, ofreció su perspectiva destacando una contradicción profunda en el continente: "África contribuye con menos del 4% de las emisiones globales, pero es la región que más sufre los impactos devastadores, desde sequías prolongadas hasta inundaciones catastróficas. Sin embargo, nuestra vulnerabilidad va de la mano con una enorme capacidad para ofrecer soluciones basadas en la naturaleza y en energías limpias", evaluó.

Ese dualismo fue el telón de fondo para la presentación de datos concretos durante el evento, que reunió a representantes de 19 países africanos, en Adís Abeba. Se hizo hincapié en que, a pesar de recibir menos del 12% del financiamiento climático global prometido, los países africanos ya invierten, en promedio, el 2% de sus PIBs anualmente en adaptación al cambio climático, una cifra desproporcionada si se compara con su responsabilidad histórica en el problema. El mensaje colectivo fue claro: África no es un receptor pasivo de ayuda, sino un socio estratégico crucial.

Wanjira Mathai también destacó la importancia de que Brasil sea sede de la COP30, más allá del hecho simbólico de celebrarse en el bioma de la Amazônia. Según ella, la solución pasa por enfrentar temas de confianza, desigualdad y ética que han sido ampliamente debatidos. Defendió la necesidad de una "transformación" en la manera de abordar la crisis para contener sus peores impactos.

Agricultura regenerativa, industrialización verde y energía limpia

La Semana del Clima y la Cumbre del Clima en Etiopía marcan un punto de inflexión para el continente africano, que deja de verse solo como víctima del cambio climático para asumir un rol de liderazgo en las soluciones globales. Esta nueva narrativa defiende que, aunque no tenga la misma responsabilidad histórica por la crisis, África es parte esencial de la respuesta.

La Semana del Clima y la Cumbre del Clima en Etiopía marcan un punto de inflexión para el continente africano, que deja de verse solo como víctima del cambio climático para asumir un rol de liderazgo en las soluciones globales. Esta nueva narrativa defiende que, aunque no tenga la misma responsabilidad histórica por la crisis, África es parte esencial de la respuesta.
La Semana del Clima y la Cumbre del Clima en Etiopía marcan un punto de inflexión para el continente africano, que deja de verse solo como víctima del cambio climático para asumir un rol de liderazgo en las soluciones globales. Esta nueva narrativa defiende que, aunque no tenga la misma responsabilidad histórica por la crisis, África es parte esencial de la respuesta.

Carlos Lopes, profesor de la Universidad de Ciudad del Cabo y enviado especial de la presidencia brasileña de la COP30 para África, ratificó esta nueva narrativa para el continente: de víctima a líder en soluciones. Destacó desafíos que representan oportunidades, como la generación de energía, una carencia que puede ser resuelta directamente con fuentes renovables, sin repetir modelos contaminantes. Lopes afirmó que el continente ofrece soluciones basadas en su vasto potencial natural, contando con la mayor zona marítima del mundo, una economía azul bien conservada y una tradición única de preservación ambiental. Desafíos como los 600 millones de personas aún sin acceso a la electricidad, representan oportunidades para implementar energías renovables a gran escala, saltando etapas contaminantes.

El enviado especial enumeró tres pilares para la acción africana: una agricultura regenerativa que proteja los suelos, una industrialización verde y el cierre del déficit de infraestructura energética de manera sostenible. La expectativa para la COP30 en Brasil es que sea una cumbre de implementación, que convierta promesas en acciones reales y beneficie tanto al planeta como al desarrollo de África.”

Líderes de Kenia y Ruanda detallaron sus avances en políticas de economía circular y gestión sostenible de residuos, transformando un problema en oportunidad económica. La Gran Muralla Verde, una iniciativa ambiental liderada por países africanos para frenar la desertificación y restaurar 100 millones de hectáreas degradadas en la región del Sahel, una extensa franja semiárida al sur del desierto del Sahara, fue mencionada en varias ocasiones como motor de seguridad alimentaria y generación de empleos verdes para millones de personas.

El presidente de la COP30, embajador André Corrêa do Lago, celebró el "Balance Ético Global", calificándolo como “particularmente inspirador”. Resaltó la gran diversidad del continente africano, así como su capacidad de hablar con “una sola voz”, algo significativo considerando que sus fronteras fueron impuestas por los colonizadores. Al comentar la contribución africana a la COP30, subrayó la gran ironía: el continente es el que menos ha contribuido al cambio climático, pero es de los que más sufre sus consecuencias extremas.

André Corrêa destacó que las propuestas africanas son únicas, viniendo de una región mayoritariamente agrícola, a diferencia de la realidad urbana del 87% de Brasil. No obstante, lo considera una oportunidad histórica: África tiene la posibilidad de hacer bien las cosas que otros continentes no hicieron”. Se mostró confiado en la conciencia de los líderes africanos sobre este potencial de crecimiento sostenible.

Liderazgos remarcaron que las soluciones deben partir del reconocimiento de los pueblos indígenas y de las comunidades locales como guardianes del conocimiento tradicional y protectores de la naturaleza, y no como víctimas. Se criticó la explotación de minerales vinculada a la transición energética, que no genera beneficios para África, y se afirmó que la demanda por financiamiento climático no debe entenderse como caridad, sino como una obligación de los países históricamente contaminantes, con recursos dirigidos directamente a las comunidades para garantizar justicia y equidad. El mensaje final fue claro: ninguna solución será eficaz si no se escucha a la naturaleza y a los saberes ancestrales.

Sabiduría indígena como guía

Hindou Oumarou Ibrahim, del Chad, defiende que los pueblos tradicionales estén en el centro de las soluciones climáticas. - Foto: Rafael Medelima / COP30 Brasil / PR
Hindou Oumarou Ibrahim, del Chad, defiende que los pueblos tradicionales estén en el centro de las soluciones climáticas. - Foto: Rafael Medelima / COP30 Brasil / PR

En un discurso emotivo y enfático, la activista ambiental del Chad, Hindou Oumarou Ibrahim, defendió que el conocimiento de los pueblos indígenas es una pieza clave y ética para enfrentar la crisis climática global.Sostuvo que mecanismos como el diálogo en el marco de la COP deben “poner a las personas en el centro para proteger la Tierra”. Ibrahim describió la sabiduría ancestral —proveniente de los bosques, océanos, sabanas, desiertos y montañas— como un recurso vital y activable para mantener el calentamiento global dentro del límite de 1,5 °C. Destacó el papel relevante de África dentro de este ecosistema global, y citó la Cuenca del Congo, la mayor selva del continente, como un escudo protector del planeta. La activista trazó además una conexión natural y humana entre África y Brasil: “Así es el planeta. No hay fronteras. Todos somos uno”,declaró.

Al final de su intervención, Hindou Oumarou Ibrahim subrayó el papel fundamental de las mujeres indígenas en la transmisión del conocimiento intergeneracional. Para ella, compartir esa sabiduría tradicional es clave para preservar la cultura y hacer frente a los desafíos climáticos.

Tras escuchar los testimonios de los representantes de los países, la ministra Marina Silva sintetizó el espíritu del encuentro, definiéndolo como un espacio de nutrición para desafíos, preocupaciones, compromisos y soluciones. “Es como si nos hubiéramos permitido poner los pies en la tierra para que esos pies se volvieran raíz. Y la raíz siempre busca lo esencial, lo que es básico, lo que es vital para nutrirla”, expresó. Reconoció las contradicciones y la fuerza de los opositores a la acción climática, pero destacó el poder de la solidaridad y la cercanía.

Marina detalló los esfuerzos de Brasil, como la reducción del 46% en la deforestación de la Amazônia en los últimos dos años, pero advirtió que es necesario “romper la inercia de los buenos resultados alcanzados e ir más allá”, ya que los compromisos actuales siguen siendo insuficientes. “Llevamos 20 años implementando un plan que nos permite, hoy, decir con convicción que podemos alcanzar la deforestación cero, afirmó.

Justicia climática como exigencia, no como caridad

El mensaje que resonó en Adís Abeba fue unánime: África no está pidiendo ayuda, está exigiendo justicia y una alianza para liderar, desde sus propias soluciones y de forma descolonizada, la construcción de un futuro climático más justo para todos. Se demanda que las naciones desarrolladas no solo cumplan con la promesa de aportar 100 mil millones de dólares anuales, sino que dupliquen los fondos destinados a la adaptación. El continente se está levantando no como víctima, sino como arquitecto de su propio destino verde.

El mensaje que viajará desde Adís Abeba hasta Belém es claro y coherente: la crisis climática requiere no solo financiamiento y tecnología, sino también solidaridad global y responsabilidad compartida. Con este espíritu, el Balance Ético Global pretende convertir la COP30 en un punto de inflexión, integrando ciencia, ética y justicia social para ampliar la ambición climática y asegurar una respuesta más inclusiva, justa y sensible a las realidades locales.

Ana Toni, CEO de la COP30, comparte esta visión y reafirmó el compromiso de Brasil con la construcción de una conferencia climática cercana a los pueblos y guiada por las necesidades de las poblaciones más afectadas, especialmente de América Latina, el Caribe y África. También afirmó que el foro ético sirve como base para aportar valentía y fuerza a las complejas negociaciones, yendo más allá de las cifras y de las políticas.
“El objetivo es canalizar la inspiración colectiva hacia acciones concretas y justas”, sostuvo.

Las contribuciones recogidas a lo largo de 2025 por el Balance Ético Global darán lugar a un informe que será presentado durante la COP30, en Belém (PA), y que ofrecerá un marco ético para orientar las decisiones políticas.
En el caso africano, el diálogo reúne a la sociedad civil, comunidades locales, juventudes, pueblos indígenas, académicos y liderazgos religiosos.

Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.
Revisión: Enrique Villamil.