Los costos de la inacción: una alerta para el futuro del planeta
La COP30 lanza una advertencia sobre los altos costos de la inacción climática: los desastres climáticos costaron USD 368 mil millones y desplazaron a 6,6 millones en 2023. La Amazonia, los corales y los países insulares enfrentan graves riesgos, exigiendo que se tomen acciones urgentes y haya la colaboración del sector privado para la adaptación y mitigación.

Por Inez Mustafa | inez.mustafa@presidencia.gov.br
El año 2024 se inscribió en la historia como el más cálido jamás registrado, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Junto con este récord de temperaturas llegaron pérdidas económicas devastadoras: USD 368 mil millones en desastres climáticos, de acuerdo con el informe sobre Clima y Catástrofes de Aon. Además de los impactos financieros, 6,6 millones de personas fueron desplazadas en 2023 debido a fenómenos climáticos extremos, una cifra que tiende a crecer sin acciones urgentes, advierte el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno.
El científico brasileño Carlos Nobre enfatiza que la adaptación al cambio climático no puede ser más postergada. “La temperatura global ya ha alcanzado 1.5 °C, y los eventos extremos se están volviendo cada vez más frecuentes e intensos. Las lluvias torrenciales, las sequías prolongadas, las olas de calor, los vientos fuertes e incendios forestales son ahora una realidad global. Necesitamos prepararnos para enfrentar estos desastres”, advierte Nobre.
El papel crucial del sector privado en la adaptación climática
“Los costos de la inacción deben ser considerados tanto por las sociedades como por las empresas."
Con los recursos gubernamentales a menudo restringidos, el sector privado emerge como un actor crucial en la financiación de la adaptación climática. Patricia Espinosa, exsecretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), destaca que las pérdidas económicas derivadas de los desastres climáticos representan una oportunidad de negocio para las empresas. “Los costos de la inacción deben ser considerados tanto por las sociedades como por las empresas. Desafortunadamente, este aspecto aún no está completamente integrado en la evaluación de riesgos”, evalúa Espinosa.
La exministra de Relaciones Exteriores de México subraya que 2024 fue un año especialmente devastador, con daños récord causados por fenómenos meteorológicos extremos. “Las comunidades y las empresas están tomando más conciencia de los riesgos, pero necesitamos actuar rápidamente para evitar costos aún mayores en el futuro”, advierte.
Ecosistemas en riesgo
Carlos Nobre sostiene que desde la década de 1990 ha advertido sobre el riesgo de que la Amazonia alcance punto de no retorno, donde el bioma se transformaría en una sabana debido al cambio climático. Este fenómeno, conocido como savanización, no se limita a la Amazonia. Otros ecosistemas alrededor del mundo, como los bosques boreales, las sabanas africanas y los manglares, también enfrentan riesgos de degradación irreversible.
La vida marina no está inmune a estas amenazas. La organización Global Tipping Point advierte sobre el blanqueamiento de los corales, que ya ha llevado a la pérdida del 50 % de los arrecifes de coral del mundo en las últimas tres décadas. El blanqueamiento no solo amenaza al 25 % de la vida marina, sino que también impacta sectores como la pesca, el turismo y la protección costera. La Gran Barrera de Coral, en Australia, por ejemplo, generaba USD 4,8 mil millones en ingresos anuales y sostenía 60 mil empleos antes de la pandemia de COVID-19; sin embargo, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) prevé que la economía australiana perderá mil millones de dólares australianos y 10.000 empleos por año si el blanqueamiento continúa.
La respuesta de los países insulares
En la COP26, en Glasgow, Escocia, el ministro de Relaciones Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, pronunció un discurso emblemático en medio del mar, con las aguas alcanzando sus rodillas. El mensaje era de advertencia: Tuvalu se está preparando para un futuro en el que su territorio podría desaparecer debido al aumento del nivel del mar. “Aunque nuestro territorio se pierda, estamos adoptando herramientas y plataformas digitales innovadoras para construir una nación digital. Esto nos permitirá seguir funcionando como un Estado soberano, independientemente de la pérdida de tierras”, afirmó Kofe.
En el ámbito de las relaciones internacionales, para que un Estado sea reconocido internacionalmente, necesita tres elementos fundamentales: territorio, población y gobierno; por eso la soberanía virtual se ha convertido en una cuestión crucial para países insulares como Tuvalu, Kiribati y las Maldivas, que corren el riesgo de desaparecer debido al cambio climático. Estos países se han unido en foros internacionales, como la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (OASIS, por sus siglas en inglés), para abogar por acciones climáticas más robustas y explorar soluciones innovadoras que garanticen su continuidad y soberanía.
Espinosa enfatiza que la lucha contra el cambio climático es una responsabilidad conjunta. “Es evidente que necesitamos asumir una responsabilidad colectiva por el futuro de estas sociedades, especialmente las más vulnerables. La desaparición de pequeñas islas es inimaginable para muchos de nosotros, pero es una realidad que la comunidad internacional no puede ignorar”, concluye.
Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.
Revisión editorial y edición: Enrique Villamil.