Los bosques de América Latina: una respuesta a la crisis climática
En proceso de revisión este año, las NDC pueden aprovechar aún más el potencial de los recursos naturales. Expertos coindicen en que esta integración es esencial para las acciones de mitigación y adaptación climática

Por Mayara Souto / COP30
América Latina alberga vastas extensiones de bosques y océanos, riquezas ambientales clave para frenar el cambio climático. Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por su sigla en inglés) de los países de la región —actualmente en proceso de revisión como parte del Acuerdo de París— podrían incorporar de forma más estratégica estos recursos, según evaluaciones internacionales.
“En América Latina y el Caribe, la mayoría de los países, sin importar su tamaño o extensión geográfica, comparten una gran riqueza en biodiversidad y recursos naturales. Por ello, la naturaleza se presenta en América Latina y el Caribe —no solo en los ecosistemas terrestres, sino también en los oceánicos— como una solución para la adaptación, el fortalecimiento de capacidades adaptativas y, en consecuencia, para la seguridad alimentaria, hídrica y energética”, señaló Sebastián Carranza, coordinador del subprograma de Cambio Climático para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Carranza afirmó que los países de la región están “altamente comprometidos con los objetivos del Acuerdo de París”, pero que aún existe margen para integrar plenamente los recursos naturales. “Existe una oportunidad de incorporar los aportes de la naturaleza a las NDC, tanto en mitigación como en adaptación”, indicó. Hasta el momento, solo Brasil, Uruguay, Cuba y Santa Lucía han presentado sus revisiones ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés).
La protección como eje central
El Balance Global (Global Stocktake - GST, por sus siglas en inglés), que evalúa la implementación de las NDC a nivel mundial, también destaca el papel central de los bosques. Parte del informe subraya la “importancia de conservar, proteger y restaurar la naturaleza y los ecosistemas para alcanzar la meta de temperatura del Acuerdo de París, incluso mediante esfuerzos reforzados para detener y revertir la deforestación y la degradación forestal de aquí a 2030”.
El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, respaldó esta visión en su más reciente carta dirigida a los negociadores de la Conferencia y a la comunidad internacional. “El primer Balance Global del Acuerdo de París (GST) es nuestra guía para la Misión 1.5 y nuestro proyecto colectivo en torno a la visión de la Convención y a los objetivos de largo plazo del Acuerdo de París, en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos por erradicar la pobreza. Todos los agentes, públicos y privados, deben cooperar para la plena implementación del Acuerdo de Paris, basados en los resultados del GST. Esto incluye los llamados globales a detener y revertir la deforestación y la degradación forestal hasta 2030”, escribió.
“Los bosques pueden darnos tiempo en la acción climática dentro de una ventana de oportunidad que se está cerrando rápidamente. Si revertimos la deforestación y restauramos lo perdido, podremos activar una remoción masiva de gases de efecto invernadero de la atmósfera y, al mismo tiempo, devolver la vida a los ecosistemas. Ecosistemas más saludables también pueden ofrecer oportunidades para la resiliencia y la bioeconomía, promoviendo medios de vida locales, generando cadenas de valor sofisticadas e impulsando innovaciones en biotecnología”, añadió Corrêa do Lago en su primera carta oficial.

El desafío del financiamiento
En el documento, el presidente de la COP30 también llama la atención sobre otro desafío: el financiamiento de acciones de mitigación y adaptación climática basadas en la naturaleza, que podrían integrarse en las NDC. “Aprovechar este potencial extraordinario requiere un mayor apoyo e inversión global, incluso mediante recursos financieros, transferencia de tecnología y desarrollo de capacidades”, subrayó.
En particular, América Latina enfrenta dificultades para recaudar estos fondos. “América Latina es una región que está siendo olvidada en la cooperación financiera. La cooperación está mucho más centrada en otros continentes, en los países menos desarrollados, en los países insulares, y América Latina queda relegada”, lamentó Andrés Mogro, gerente del Programa de Clima de la Fundación Avina.
En una entrevista exclusiva para la página web de la COP30 durante la Semana del Clima de Panamá, Mogro detalló el flujo financiero internacional. “América Latina se encuentra en la posición de tener que movilizar los recursos necesarios para la mitigación y adaptación desde fuentes distintas a la cooperación bilateral. El sector privado, los inversionistas e incluso los recursos estatales son, en realidad, las principales fuentes de financiamiento de la acción climática. Pero América Latina enfrenta un problema: el proceso debe garantizar que los agentes con mayor capacidad de colaborar y apoyar a quienes tienen mayores necesidades o prestan mayores servicios ecosistémicos, como América Latina, también puedan ser beneficiarios de esos recursos financieros”, afirmó.
Una de las principales entregas de la COP30 será una “Hoja de Ruta Bakú-Belém”, que detallará estrategias para reformar el sistema financiero multilateral, mejorar el acceso al financiamiento climático, fortalecer capacidades nacionales y desbloquear oportunidades de inversión a gran escala.
Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.
Revisión: Enrique Villamil.