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Embajador André Aranha Corrêa do Lago, Presidente designado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025

Reunión informal del pleno sobre las prioridades y preparativos para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 (COP30) - Reunión informal del pleno, 79ª sesión.

Su Excelencia Philémon Yang, presidente de la Asamblea General,

Excelencias,

Estimados(as) amigos(as),

Este es mi primer discurso formal como presidente designado de la COP30. Escoger la Asamblea General como mi primer viaje oficial fuera de Brasil no es una coincidencia, sino una clara señal de que la defensa del multilateralismo estará en el centro de la presidencia brasileña de la COP.

El respeto por la ciencia será otro pilar de nuestra presidencia. En 1988, nosotros, las Naciones Unidas, identificamos el cambio climático como una "preocupación común para la humanidad" y creamos el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el IPCC. Nuestros líderes escucharon las alertas científicas y se unieron cuatro años después en torno al objetivo final de prevenir interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992, la Cumbre para la Tierra en Río, los líderes mundiales firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la UNFCCC, definiendo principios y los cinco pilares fundamentales para la respuesta multilateral al cambio climático: la mitigación, la adaptación, el financiamiento, la tecnología y el desarrollo de capacidades.

Al igual que el papel de la UNFCCC en la inauguración de la gobernanza climática multilateral, la Constitución Federal de Brasil vincula al país a regirse en sus relaciones internacionales por principios que incluyen la "cooperación entre los pueblos para el progreso de la humanidad". Este principio fundamental guiará la presidencia de la COP30, no solo porque nuestra diplomacia está constitucionalmente vinculada a él, sino porque Brasil tiene la firme convicción de que no hay progreso futuro para la humanidad sin una cooperación profunda, rápida y sostenida entre todos los países.

Brasil albergará y presidirá la COP30 en noviembre de 2025 en un contexto de importantes marcos: el 80.º aniversario de las Naciones Unidas, los 20 años de la entrada en vigor del Protocolo de Kioto y los 10 años de la adopción del Acuerdo de París. Se ha aprendido mucho a lo largo de las tres décadas de nuestro régimen multilateral. A través de logros y desafíos, la UNFCCC ha reflejado las mayores cualidades y limitaciones de la humanidad. Nos ha mostrado cómo nuestras sociedades, economías y políticas deberían funcionar y cómo lo hacen en la práctica.

Entramos ahora en 2025 con otro marco, uno desafortunado: la confirmación de que 2024 fue el año más cálido registrado a nivel global y el primer año calendario en que la temperatura media mundial superó los 1.5 °C por encima de su nivel preindustrial. Ahora, no solo escuchamos sobre los riesgos climáticos, sino que también vivimos la urgencia climática. El cambio climático ya no está contenido en la ciencia y el derecho internacional. Ha llegado a nuestras puertas, afectando nuestros ecosistemas, ciudades y vidas diarias.

Ante la urgencia climática, la complejidad de nuestra tarea consiste en fortalecer la gobernanza climática y proporcionar agilidad, preparación y anticipación tanto en la toma de decisiones como en su implementación. Para lograrlo, Brasil espera que la COP30 pueda proporcionar un impulso decisivo en tres dimensiones: (1) proteger y ampliar el legado institucional que hemos construido juntos durante tres décadas; (2) conectar la abstracción de las negociaciones y las decisiones de la COP con la vida real; (3) acelerar la implementación del Acuerdo de París mediante soluciones estructurales y mecanismos más allá del régimen multilateral sobre el clima, incluyendo la gobernanza global y la arquitectura financiera.

Necesitamos una nueva era más allá de las negociaciones, mientras seguimos reforzando el régimen. Debemos ayudar a poner en práctica lo que hemos acordado. La COP30 debe representar una transición decisiva de la fase de negociación del régimen. El Acuerdo de París está funcionando, pero debemos avanzar más rápido. A medida que concluyen las negociaciones derivadas de la COP21, debemos volver a centrar nuestros esfuerzos en la acción y la implementación, considerando enfoques e iniciativas para "aumentar la eficiencia del proceso de la UNFCCC". Estamos persiguiendo este objetivo en el Órgano Subsidiario de Ejecución (OSE) de la UNFCCC, el SBI. Debemos traducir palabras y textos en prácticas reales y transformaciones concretas sobre el terreno. La credibilidad y la fortaleza del régimen dependen de ello.

Debemos activar decisivamente los mecanismos y procesos del régimen para alinear esfuerzos dentro y fuera de la UNFCCC con los objetivos a largo plazo del Acuerdo de París en materia de temperatura, resiliencia y flujos financieros. Esto incluye NDC ambiciosas alineadas con el objetivo de largo plazo del Acuerdo de París. Los líderes nacionales deben honrar su compromiso de limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C. De ello dependen vidas humanas, empleos futuros y entornos saludables.

Se espera con gran expectativa que la COP30 haga un balance de las contribuciones determinadas a nivel nacional, las NDC. Como todos sabemos, las NDC son determinadas a nivel nacional y, por lo tanto, no están sujetas a negociaciones multilaterales. No obstante, fomentaremos una reflexión colectiva franca sobre los cuellos de botella que han obstaculizado la ambición y la implementación climática.

Desde que América Latina y el Caribe depositaron su confianza en Brasil como anfitrión de la COP de nuestra región, el camino hacia la COP30 ha sido exitosamente allanado por las presidencias de la COP28 y COP29, nuestros socios de la Troika en la Hoja de Ruta hacia la Misión 1.5. En 2023, bajo el liderazgo emiratí en Dubái, adoptamos el Consenso de los Emiratos Árabes Unidos, que incluyó un avance significativo en pérdidas y daños, siguiendo el liderazgo de la COP27 en Egipto. También concluimos el primer balance mundial (GST, por sus siglas en inglés). De manera inédita, el GST lanzó llamados globales a detener y revertir la deforestación y la degradación forestal para 2030. También aceleramos la transición energética global, incluyendo la triplicación de la capacidad global de energías renovables, el doble de la tasa promedio anual global de mejora en eficiencia energética y la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, organizada y equitativa.

Basado en la equidad y la ciencia, el GST ya es la referencia unánime que orienta la cooperación internacional y a las Partes en la mejora de las acciones y el apoyo. El GST es nuestra guía para la Misión 1.5, nuestro proyecto colectivo para implementar la visión de la Convención y el Acuerdo de París: fortalecer la respuesta global a la amenaza del cambio climático en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza.

Considerando la COP28 como un trampolín y luego la COP29 bajo el liderazgo de Azerbaiyán, en 2024 finalmente completamos el “Libro de Reglas” de París al finalizar las normas del Artículo 6. Además, adoptamos el “Pacto de Unidad Climática de Bakú”, que incluye la decisión clave sobre el nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiamiento climático (NCQG). La presidencia de la COP30 espera trabajar con la presidencia de la COP29 para guiar la “Hoja de Ruta de Bakú a Belém para 1.3T” y ampliar la financiación climática para los Estados Partes en vías de desarrollo. Juntos, elaboraremos un informe que resuma nuestro trabajo para la COP30. Esta Hoja de Ruta debe servir como un punto de apoyo para movilizar financiación hacia caminos de baja emisión de carbono y resiliencia climática en los países en desarrollo. Si queremos alcanzar los objetivos climáticos, será necesario aumentar considerablemente la financiación tanto para la adaptación como para la mitigación.

Al entrar en 2025, pasamos de la COP29 a la COP30 no solo con un Libro de Reglas completo para el Acuerdo de París, sino también con su ciclo político en marcha, incluyendo las NDC y el marco de transparencia mejorado (ETF). Sin embargo, todavía tenemos cuestiones pendientes por resolver en la COP30, en particular el diálogo de los Emiratos Árabes Unidos sobre la implementación de los resultados del GST y el programa de trabajo sobre la transición justa (JTWP). El GST es un legado inestimable que nos une. Debemos seguir considerándolo como el principal referente para la implementación climática. Las transiciones justas son fundamentales para aprovechar la acción climática hacia el desarrollo sostenible y abordar las desigualdades estructurales entre y dentro de los países, incluidas las de género, raza y etnicidad.

Las Partes han reconocido en Bakú que debemos redoblar esfuerzos para apoyar transiciones justas en todos los sectores y áreas temáticas, así como en esfuerzos transversales, incluyendo la transparencia, la preparación, el desarrollo de capacidades y la transferencia de tecnología. A medida que los países preparan y comunican sus próximas NDC y los Informes Bienales de Transparencia (BTR), necesitamos fortalecer la capacidad de los Estados Partes en vías de desarrollo para pasar del enfoque de informes ad hoc a procesos gubernamentales sistemáticos e institucionalizados para la preparación y presentación de informes nacionales en el marco del ETF.

En 2025, continuaremos y fortaleceremos el diálogo de Sharm al-Shaij sobre el alcance del Artículo 2, párrafo 1(c), del Acuerdo de París. El Comité de París sobre el Desarrollo de Capacidades (PCCB) desarrollará un plan de trabajo, mientras que su enfoque para el año se centrará en el desarrollo de capacidades para diseñar estrategias de inversión holísticas, proyectos financiables y la participación de actores clave para fortalecer la implementación de las NDC y los Planes Nacionales de Adaptación (NAP) en países en desarrollo. La 62.ª sesión de los órganos subsidiarios, en Bonn, el próximo mes de junio, también iniciará el desarrollo de un nuevo plan de acción de género, teniendo en cuenta la revisión del Programa de Trabajo de Lima mejorado. Brasil se siente honrado de construir sobre los legados de anteriores presidencias latinoamericanas de la COP con el objetivo de avanzar en la agenda de género y clima.

En la COP30 también tendremos la oportunidad única de amplificar los invaluables legados del liderazgo británico de la COP26 y egipcio de la COP27, incluyendo el programa de trabajo de ambición y aplicación en mitigación de Sharm al-Shaij (MWP). En lugar de sospecha en negociaciones polarizadas, el MWP tiene la vocación de convertirse en una plataforma de avances y construcción de confianza mediante la acción y la cooperación para aprovechar oportunidades, superar barreras y explorar soluciones viables.

A medida que enfrentamos y nos recuperamos de fenómenos climáticos extremos en todo el mundo, debemos garantizar que 2025 sea también un hito para la adaptación climática y la implementación de los Planes Nacionales de Adaptación. La adaptación ya no es una opción, ni compite con la mitigación. Sobre la base de los avances en la meta global de adaptación (GGA) en la COP28 y COP29, debemos cumplir nuestro mandato legal sobre indicadores en el marco del programa de trabajo Emiratos Árabes Unidos–Belém. Avanzar en la “Hoja de Ruta de Adaptación de Bakú” y en el diálogo de alto nivel sobre adaptación de Bakú será fundamental, junto con el progreso en el trabajo de la red de Santiago y el Mecanismo Internacional de Varsovia.

Mientras más universal se hace nuestra lucha contra el cambio climático, más necesitamos incorporar sinergias entre clima, biodiversidad, desertificación y nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La Cumbre de la Tierra de 1992 fue la cuna de las Convenciones de Río sobre cambio climático, biodiversidad y desertificación, así como de la Declaración de Río y la Agenda 21. De regreso a Brasil, estas agendas deben integrarse mediante una fuerte participación pública. Es urgente abordar de manera integral y sinérgica las crisis globales interrelacionadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en el contexto más amplio de la consecución de los ODS. Al hacerlo, debemos seguir reconociendo y ampliando el papel y las contribuciones de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales en la gestión de la naturaleza y el liderazgo climático, al tiempo que reconocemos los efectos desproporcionados que sufren debido al cambio climático.

La futura presidencia seguirá colaborando con la Troika de la Misión 1.5 y el secretario general de la ONU para aumentar la conciencia climática y el impulso político en torno a las NDC, incluyendo la asociación entre el secretario general Guterres y el presidente Lula.

Finalmente, la futura presidencia buscará dar a la Agenda de Acción una nueva dinámica enfocada en cuestiones clave para la plena implementación del GST y de las NDC. Reuniremos a negociadores, gobiernos nacionales y subnacionales, sociedad civil, sector privado y otros actores clave para participar en un ejercicio sobre cómo traducir los 10 años del Acuerdo de París en logros palpables e incentivos para seguir actuando y fortalecer el régimen multilateral.

Nuestras instituciones multilaterales pueden y deben ofrecer resultados acordes con la magnitud del desafío climático. El multilateralismo climático se enriquece con la sabiduría y los logros de cada una de las veintinueve COP anteriores. Sobre los hombros de nuestros predecesores, la próxima presidencia de la COP30 se siente honrada por los legados de la COP21 a la COP29, legados que debemos preservar, consolidar y desarrollar.

La decisión del presidente Lula de llevar por primera vez el centro de la toma de decisiones climáticas globales a la Amazonia consagra una visión que combina realismo y esperanza. Su visión refleja realismo, ya que cuestiones que durante mucho tiempo se han considerado problemas en la lucha contra el cambio climático ahora pueden convertirse en poderosas soluciones. Después de años de deforestación continua, la mayor fuente de emisiones de Brasil, la Amazonía, está convirtiéndose rápidamente en una fuente clave de soluciones climáticas, desde la innovación y la bioeconomía hasta los conocimientos tradicionales. La visión de llevar la COP30 a la Amazonia también refleja esperanza, ya que la regeneración de la región puede liderar el inicio de una regeneración global hacia un futuro de prosperidad colectiva. Brasil espera con ansias recibir a las Naciones Unidas en Belém. Construyamos juntos nuestro futuro común, abracemos nuestro destino compartido.

Gracias.

Versión en español: Trad. Kaique Ortiz.

Revisión editorial y edición: Enrique Villamil.