La crisis climática afecta a los precios de los alimentos en el supermercado
Los expertos advierten que el cambio climático afecta al precio de los principales alimentos consumidos por los brasileños. La COP30 representa una oportunidad para encontrar soluciones a una situación que tiende a empeorar y que tiene un impacto cada vez mayor en la inflación

Por Thayara Martins | thayara.martins@presidencia.gov.br
Liane Caroline dos Santos, de 30 años, trabaja en una tienda de variedades en Brasilia, Distrito Federal. En su opinión, la inflación de los alimentos es algo fuera de lo común. “Vas al mercado a hacer la compra, gastas una fortuna y regresas con una bolsita en la mano con muy pocas cosas. El café, la carne, el arroz y muchos otros productos básicos han subido muchísimo de precio”, afirmó. Liane ha decidido comprar marcas diferentes y ahorrar en lo que pueda para mantener las cuentas de su familia al día. “Para un trabajador que gana un salario mínimo, paga alquiler y hace la compra del supermercado, no le queda nada. Hay que ahorrar como sea”.
Según Fernando Gonçalves, gerente del Índice de Precios del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el índice general de inflación en el país fue del 4,83% en 2024, mientras que el índice de inflación de alimentos y bebidas alcanzó el 7,69%. En 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (IPCA) había sido del 4,62%.
“En 2024 se registraron varias situaciones climáticas que contribuyeron al aumento de los precios de los alimentos. A principios de año, se intensificó el fenómeno de El Niño y, en abril, llovió mucho en Rio Grande do Sul, un estado importante en la producción de diversos alimentos. En el segundo semestre, olas de calor y una fuerte sequía afectaron muchas regiones del país”, explicó Fernando. Añadió, además, que los fenómenos climáticos y otros elementos pueden influir en los precios de los alimentos, como la cotización de las materias primas alimentarias en el mercado internacional y el tipo de cambio.
Sequías y el precio del café

Según el profesor Gustavo Baptista, del Instituto de Geociencias de la Universidad de Brasilia (UnB), el año 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con una temperatura de 1,6 grados por encima de la media del período preindustrial. En diciembre, incluso se superó esta barrera, que es el límite establecido por el Acuerdo de París. Además, enero ha sido más caluroso que diciembre, lo que indica que las temperaturas siguen batiendo récords.
Los datos climáticos han demostrado, de manera progresiva, que hay poca disponibilidad de agua almacenada en los suelos. Con el aumento de la temperatura medioambiental, se intensifica la evaporación del agua retenida en el suelo y en las plantas, lo que dificulta la irrigación y el mantenimiento de la hidratación de los cultivos. Este proceso afecta negativamente a las cosechas de alimentos como el café y el cacao, lo que eleva el precio de estos productos en el mercado. El investigador señala que, hace dos años, la arroba de cacao (aproximadamente 15 kg) costaba alrededor de BRL 200, mientras que hoy su precio se acerca a los BRL 1.000,00.
“Existe una necesidad de abastecer el mercado con alimentos, pero, al mismo tiempo, la producción se vuelve más difícil debido al cambio climático. Muchas personas niegan la existencia de estos cambios, pero cuando pensamos en el aspecto económico, debemos actuar con rapidez, porque la economía colapsa si la gente deja de consumir”, afirma el profesor Gustavo Baptista.
Según el experto, la COP30 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que tendrá lugar en Belém, Pará, en noviembre, es un evento emblemático, ya que se espera que se debata la revisión del Acuerdo de París después de diez años, dado que algunos de los compromisos asumidos no se han cumplido.
“Será un momento extremadamente importante y representativo, ya que el evento tendrá lugar en la mayor selva ecuatorial del mundo. No podemos olvidar que el planeta ha experimentado cinco grandes extinciones, pero en ninguna de ellas el agente responsable de la extinción ha sido el mismo que está en peligro de desaparecer. Nosotros somos nuestro propio meteorito. Así que debemos actuar partir de estos debates o nos dirigimos hacia una situación muy complicada”, afirmó.
El profesor aboga por la creación de alternativas y la inversión en tecnologías para producir de manera más eficiente y generar ingresos para la población. Según Baptista, no sirve de nada intentar revertir el proceso de deforestación sin ofrecer una alternativa viable para la subsistencia de las personas. Por ejemplo, en lugar de destinar una hectárea a la producción de ganado, deforestando para instalar pastizales, lo ideal sería promover los Sistemas Agroforestales (SAF, por sus siglas en portugués).
Además, Baptista explica que, en estos sistemas, se anima a los productores a cultivar café, azaí, cacao, plátano y mandioca, lo que permite generar recursos financieros, aumentar la oferta de materias primas agrícolas y productos alimenticios, y, en consecuencia, reducir los precios de los alimentos. No obstante, es necesaria una intervención más efectiva del Estado en este proceso.
No se puede negar la nueva realidad

El secretario de Política Económica del Ministerio de Hacienda de Brasil (MF), Guilherme Mello, está de acuerdo en que adaptarse a esta nueva realidad exige inversión, nuevas tecnologías e instrumentos de financiación para fomentar una transformación ecológica. En Brasil, Mello mencionó diversos programas gubernamentales como el Eco Invest, un programa que busca atraer inversión extranjera para financiar proyectos de desarrollo sostenible. También mencionó las inversiones en mitigación y adaptación al cambio climático dentro del Plan Safra, proyectos de energía renovable y el fortalecimiento del Fondo Clima para ofrecer financiamiento con intereses más bajo.
Según el secretario, los Estados deben estar preparados para adaptarse y crear instrumentos adecuados que garanticen la seguridad alimentaria e hídrica. También es importante que los productores rurales comprendan esta nueva realidad y se preparen para ella.
"Si soy un productor rural que vive en una zona con sequías frecuentes, es muy importante que invierta en un sistema de riego y en mejorar la calidad de mi suelo. Porque esto es lo que me garantizará cierta protección, cierta resiliencia ante el cambio climático. Y al Gobierno le corresponde garantizar que ese productor pueda invertir a bajo costo para adaptar su propiedad. Negar esta nueva realidad ciertamente no ayudará ni al productor, ni al consumidor, ni al país".
El secretario cree que la COP30 será una reunión muy importante en el que el mundo podrá debatir sobre las maneras más eficientes de luchar contra este este proceso y reducir las pérdidas que ya se están produciendo a causa del cambio climático.
Apuestas en la COP30
Ana Toni, directora ejecutiva de la COP30 y secretaria nacional de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático (MMA), destaca que el Banco Central Europeo (BCE) calculó en 2023 las consecuencias del cambio climático en la inflación. Los investigadores del BCE estimaron, mediante modelos climáticos y pruebas empíricas en 121 países que, en ausencia de medidas de adaptación a gran escala, el calentamiento global futuro causará aumentos en la inflación anual de los alimentos de entre 0,92 y 3,23 puntos porcentuales al año, y en la inflación total de entre 0,32 y 1,18 puntos porcentuales por año hasta 2035, con impactos más significativos en los países del Sur Global.
"En 2025, Brasil tendrá la oportunidad, en la COP30 en Belém, de dar continuidad al importante debate que se inició en el G20, porque hay algo que ya sabemos que, lamentablemente, la situación climática empeorará en los próximos años y que sus impactos inflacionarios serán cada vez más intensos, con consecuencias distributivas significativas".
Ana Toni sostiene que, para hacer frente a este desafío, la COP30 debe marcar el inicio de una nueva década de acción climática, centrada en la implementación de los compromisos asumidos desde la firma del Acuerdo de París en 2015. Además, debe alinear los flujos de financiación y las políticas con el objetivo de limitar el calentamiento medio del planeta a 1,5°C.